Lung-Ta (literalmente, “Caballo de Viento”) es el nombre dado a las banderas de oración tibetanas, adornadas con un caballo que simboliza el viento interior, la fuerza de los deseos y las metas personales. Los 8 refugios guardados del Parque Natural del Cadí-Moixeró no podrían haber elegido un nombre y logotipo mejor para la ruta circular que los une. La travesía Cavalls del Vent, Pedraforca 360, ascensió al Pedraforca, es un imprescindible para los amantes del senderismo y del trail running, un recorrido espectacular por uno de los espacios protegidos más grandes y paisajísticamente variados de Catalunya. Adaptable a diferentes niveles, siempre permite ponerse a prueba mientras conectas con la naturaleza: haciendo honor a la bandera que le da nombre, ofrece un espacio para la introspección y el desafío y mejora personales. ¡Y también para las risas y el refuerzo de los vínculos, faltaría más!

84 quilómetros y 5.600 metros de desnivel acumulado podrían asustar a cualquiera, pero lo cierto es que la ruta no tiene una gran dificultad técnica y puede dividirse en hasta 7 etapas mucho más asequibles. La máxima distancia entre dos refugios son los 16 km que separan los refugios de Gresolet y Sant Jordi, o Niu de l’Àguila y Serrat de les Esposes, mientras que otros, como Gresolet y Lluís Estasen, apenas tienen 4 km entre ellos. Su condición de ruta circular con refugios repartidos por todo su recorrido la hace muy fácilmente ajustable a las necesidades de cada persona: se puede empezar desde cualquier punto, aunque no todos los refugios son accesibles con un turismo, y puede hacerse a diferentes ritmos. Dividir la ruta en 5 etapas (4 noches) de entre 15 y 20 km cada una permite a los senderistas de nivel medio completar la travesía a un ritmo relajado, con jornadas de unas 8 horas –incluidos los descansos y las obligadas paradas para contemplar y fotografiar el paisaje. Esta es la propuesta de las rutas guiadas. Los caminantes más enérgicos y resistentes suelen hacerla en 3 etapas. Esto supone recorrer alrededor de 30 km por jornada, lo que equivale a unas 9 o 10 horas efectivas caminando. Y luego están los runners, que son un mundo aparte y en cuestión de un día y medio ya están de vuelta en casa, pero resoplo con solo pensarlo.

En mi opinión, vale la pena hacer un plan de ruta que te permita entretenerte para contemplar el paisaje y saborear los rincones más mágicos del Parque. Si la primera vez que haces la travesía vas sufriendo para llegar a cenar al refugio y en tu intento de darte prisa no tienes tiempo de levantar la vista de los pies, te perderás un montón de cosas. Mi consejo: descubre Cavalls del Vent tranquilamente. ¡Siempre estarás a tiempo de repetirla en 3 días cuando ya te la conozcas! Ya la hagas en 3, 5 o 7 días, te aseguro que no vas a aburrirte. Si algo tiene el Cadí-Moixeró, es una extraordinaria diversidad de hábitats, paisajes y vistas.

En su lado sur, la ruta nos lleva a flanquear el mítico Pedraforca, a cuyos pies se encuentra en refugio Lluís Estasen, rodeado de roca, pino negro y pino albar. El refugio más cercano –Gresolet–, sin embargo, está hundido en un valle surcado por torrentes, justo en la linde de un abetal y de un espectacular hayedo. Este último, rebosante de árboles monumentales catalogados, trepa por la húmeda vertiente hasta el Coll de la Bauma, donde reencontramos el pinar de pino albar, mucho más seco y característico de la media montaña. El valle de Gresolet, con su hayedo y salpicada de otros caducifolios como robles y serbales, es de una belleza cautivadora en otoño, la mejor época para recorrerlo. Ya a finales de septiembre puede uno empezar a maravillarse del paisaje policromado de este rinconcito del Parque, de gran valor ecológico.

También en la cara bergadana de la cordillera se pasa por otro hayedo impresionante, muy bien conservado, en el tramo entre los refugios de Sant Jordi y Rebost. Entre uno y otro, no obstante, y para evitar que os aburráis, el recorrido pasa por otro de los rincones mágicos de la zona, completamente diferente: el desfiladero de los Empedrats, un imponente paisaje cárstico que el torrente de Pendís ha excavado pacientemente en la roca. Siempre por dentro del bosque, medio de pino y medio de ribera, saltando de piedra en piedra, se resigue el riachuelo, con sus pozas y saltos de agua. Vale la pena desviarse brevemente hacia el Bullidor de la Llet, una fuente natural que, cuando lleva agua, brota de la roca con tanta fuerza que es completamente blanca. La primavera y el otoño son las mejores estaciones para hacer este tramo, puesto que es cuando el caudal es mayor y resulta más espectacular; en otoño tenéis el plus de los colores que adopta el bosque de ribera.

Y si, a pesar de todo, os habéis cansado de ver bosque, no temáis, que el camino escala tanto el Moixeró como el Cadí, llevándonos a paisajes abiertos, puramente alpinos, des de los que podréis gozar de espléndidas panorámicas sobre el Berguedà y la Cerdanya y, en días claros, prácticamente media Catalunya. Con un poco de suerte, por los prados alpinos y la cresta os acompañaran rebaños de rebecos, águilas doradas, buitres y alguna marmota despistada. Si os animáis, también podéis coronar el Penyes Altes de Moixeró (2.279 m) y la Tosa (2.537 m), justo por encima del refugio de Niu de l’Àguila.

En la cara norte de la cordillera encontraremos magníficos canchales, tanto entre los refugios de Niu y Serrat de les Esposes como entre Cortals de l’Ingla y Prat d’Aguiló. También la subida –o bajada, vosotros mismos– que separa Prat d’Aguiló y el Pas dels Gosolans (2.430 m), conexión entre la Cerdanya y el Berguedà, la haréis por uno de los escarpados canchales del lado norte del Cadí. No todo es canchal, no obstante, ¡ni mucho menos! Entre Serrat de les Esposes y Cortals tenéis un dulce paseo por bosques y torrentes, y a lo largo de todo el trayecto por la vertiente ceretana del Cadí-Moixeró iréis alternando bosques –mayormente de pino negro–, bucólicos prados y crestas peladas. Y, especialmente por los alrededores de Prat d’Aguiló, podréis admirar las espectaculares paredes del Cadí, desafío de escaladores.

¡Imposible aburrirse! La ruta Cavalls del Vent tiene paisajes y rincones para todos los gustos y nunca se hace demasiado larga. Basta con ser un apasionado de la naturaleza y que te guste andar, ser consciente de las propias limitaciones y ajustar el número de etapas al nivel de cada uno para asegurarse una experiencia extraordinaria. En un entorno tan rico, diverso y dinámico como es el Parque Natural del Cadí-Moixeró, os puedo asegurar que uno se queda con ganas de repetirla, tal vez en una estación distinta, tal vez a un ritmo más alto, tal vez con otra compañía.

Para la primera vez, un par de consejos: no tengáis prisa y, si tenéis poca experiencia en la montaña, contratad la ruta guiada para sentiros más seguros y, de paso, ¡aprender un montón sobre la zona! Y, sobre todo, escoged con cuidado la época para hacerla: en verano el Pirineo está muy masificado y en invierno hace frío, los días son cortos y la mayoría de los refugios están cerrados. Hay que decir que, excepto Niu de l’Àguila y Gresolet, tienen una parte libre que se puede usar si el refugio está cerrado, pero, qué queréis que os diga, donde haya una ducha caliente y un plato de sopa… A mi parecer, la iniciación en esta travesía es mejor en primavera u otoño. Ahora, por ejemplo. Aún no hace frío, el Parque ya empieza a mancharse de ocres, amarillos y rojos, no hay mucha gente y, hasta el 12 de octubre, los refugios están abiertos. ¿A qué estáis esperando?