El valle de la riera de Gabarrós y Riutort que se abre al sur de Coll de Pal es hoy un lugar salvaje, calmo y de exuberante naturaleza, pero no siempre ha sido así. Aquellos que se acerquen al valle y resigan el camino en dirección norte podrán constatar que las pinedas de pino bermejo han colonizado este espacio de la montaña mediana prepirinenca, unos árboles que tan solo son minoría en la ribera del río donde predominan especies mas higrófilas.

El ambiente es agradable y tranquilo, predominantemente verde frondoso, tan solo con ciertos claros de algunos prados al inicio que pronto irán desapareciendo. El río, a veces rápido y ruidoso, dirige y acompaña con certeza porque conoce mejor que nadie el camino que el mismo creó en dirección sur, siempre vigilado de cerca por el Puigllançada.

A pesar de la sensación de salvaje aislamiento que transmite el valle, uno mínimamente atento puede percibir pequeños detalles que llaman la atención ya des de que se encara el camino. Las piedras se dejan ver pronto, unas mas ordenadas que otras, como señal de que el valle no ha sido siempre salvaje, ni tan frondoso ni tampoco tan calmo.

Hoy al valle nos acerca la carretera pero no hace tanto tiempo nos acercaba el tren, los pueblos cercamos bien lo saben, especialmente Guardiola, pueblo esencialmente  vertebrado alrededor de esta infraestructura. Ya no resuenan las máquinas y tampoco podemos reseguir ya sus interminables caminos de hierro pero a las puertas del valle, allá donde el Riutort llega al Llobregat, las restas de la estación de tren de Riutort-Gavarrós da fe del antiguo tren y nos invita a hacer una parada para entender por qué en un valle tan calmado, salvaje y frondoso, no hace tanto tiempo, se detenían sus máquinas y vagones.

 

 

Estación de Riutort-Gavarrós años 1920. Fuente: Centre d’Estudis Lillet

La antigua estación es el hilo para estirar, un hilo que resigue el río y nos descubre numerosas restas de un patrimonio que en otros tiempos fue columna vertebral del valle. El puente de piedra del antiguo camí ral, el molino de Riutort, los majestuosos hornos, el antiguo canal y el acueducto, el molino del Espelt, los hornos de cal, las ruinas de antiguas casas y aparcerías, la cantera del Estret, explotaciones de madera, el núcleo de Gavarrós…la vegetación ha ido ganando mucho terreno pero viendo las cicatrices es fácil imaginar un valle muy diferente al que podemos ver.

 

En ese contexto y en medio de toda aquella actividad destacaba la mina de Riutort, una actividad de la que hoy queda la mitad de la explotación, las galerías, y que en la época iba acompañada de una fábrica de petróleo.

Acción de la Compañía Minera de Riutort. Fuente: Asuntos Ferroviarios.

Llegar a Riutort hoy requiere hacer este ejercicio de contextualización que permite entender mejor lo que pasaba entonces y lo que nos encontramos hoy. Atravesar este bonito y salvaje lugar y descubrir la mina genera muchos interrogantes, porque son muchas las cosas que asociamos al petróleo pero prácticamente nunca pensamos en una mina.

La mina de petróleo de Riutort, a pesar de la lejanía a la que parece estar del mundo, escondida en ese rincón de bosque, representa un ejemplo como lo son pocos para conocer de primera mano el recurso que sustenta nuestro modo de vida actual. Cabe entender la mina en su contexto a principios de siglo XX, y debe leerse el paisaje del valle como ejemplo de cambio , un cambio que por otro lado se torna permanente y forja la historia del Alt Berguedà.

La compañía minera de Riutort puso en marcha su actividad con unas perspectivas que poco a poco se fueron difuminando, y seguramente debe visitarse la mina para entender exactamente el por que. Hoy permanecen unos cuantos centenares de metros de galerías y bien poca cosa de las dependencias exteriores salvo algún muro de contención y alguna pared aislada, una cicatriz más del paso del tiempo que en este caso nos deja un yacimiento muy singular por descubrir y entender muchas de las certezas del pasado al mismo tiempo que se nos formulan muchas incertezas del futuro.

Estación de Riutort-Gavarrós año 1961. Fuente: Centre d’Estudis Lillet