El otoño viste los bosques de ocre y de rojo, engorda los torrentes y empolva de nieve las cumbres más altas. El otoño nos trae días más frescos y, a pesar de algún chaparrón impertinente, un sol cálido y acogedor y atardeceres encendidos. El otoño es una estación ideal para hacer senderismo por Catalunya. Tenemos la gran suerte, en esta tierra nuestra, de poder ofrecer una gran diversidad de paisajes: des de los hayedos del Montseny, maquillados de naranja, hasta los picos de los Pirineos, ya salpicados de blanco. Y, ¿qué hay más agradable que escaparse un fin de semana aquí y otro allá y dar largos paseos sin pasar frío ni calor?
Si –como a tantos de nosotros– el tema este de la pandemia os ha desmontado el calendario y tenéis unos días libres en octubre, el plantearse hacer una travesía de unas pocas noches es una gran idea. Es una experiencia asequible y muy enriquecedora y, además, estando colgado en el monte es más difícil que venga alguien a toserte en la cara –ahí lo dejo.

Como buena bergadana que soy, la primera ruta que me viene a la mente para hacer en otoño es el Camino Picasso. Para los que no lo sepáis, Picasso estuvo una temporada en Gósol y las obras que pintó ahí, cuyas litografías se exponen en el Centro Picasso del pueblo, están dominadas por los ocres y rojos de las arcillas que el pintor descubrió en la zona –y también del otoño. El Camino Picasso nos lleva a seguir los pasos del artista, desde Guardiola de Berguedà hasta Bellver de Cerdanya, pasando por Gósol, evidentemente. Desde el mágico Pedraforca hasta la cresta del Cadí, que puede que encontréis algo nevada, la ruta nos descubre paisajes casi desérticos, bosques policromados surcados por riachuelos, prados alpinos y alojamientos acogedores en emplazamientos bucólicos. Una travesía ideal para hacer en esta época.
Me veo obligada, también, a mirar un poco más lejos de casa y recomendaros que sigáis las pisadas de otro personaje ilustre, el Abad Oliba. Montserrat siempre es espectacular, pero Tavertet y Rupit son, sencillamente, espléndidos en otoño. El Camino Oliba es una ruta obligatoria para los amantes del románico catalán. Es más largo que el Camino Picasso, pero ¡nadie os obliga a hacerlo entero! Podéis escoger recorrer el tramo de Montserrat a Vic (5 etapas si te lo tomas con calma) o el tramo de Vic a Sant Joan de les Abadesses (una semanita para tener tiempo de verlo todo). Ahora en otoño, yo os aconsejo inclinaros por el segundo tramo. El Montseny y el Ripollès son una maravilla en octubre y, entre riscos y bosques, la ruta se os hará corta. ¡Garantizado!


Bien, y ¿qué pasa si pertenecéis a esa mayoría que no tiene 4 días de fiesta seguidos en octubre? No os preocupéis, se puede hacer senderismo sin tener que pedir vacaciones –de lo contrario, yo no haría. Siempre podéis hacer un tramo de una travesía: hay servicios de taxi de montaña que os pueden recoger allí donde decidáis terminar y llevaros de vuelta a vuestro coche. Este es un recurso fantástico para aquellos que quieran descubrir rutas como el Camino Picasso o Cavalls del Vent por partes: subes el viernes a dormir en un refugio, el sábado vas hasta el siguiente y el domingo te recogen en un tercer alojamiento y de un golpe de taxi te devuelven al punto de partida. ¡Fácil, cómodo y mucho más barato que un fin de semana en el balneario!
También es un momento ideal para ir a pasar un par de días en el Pedraforca y aprovechar para descubrir las rutas por este emblemático macizo. Particularmente, la vuelta por el valle de Gresolet, con su magnífico hayedo, es una excursión indispensable en otoño.
Si sois más de excursiones cortas o vais con niños muy pequeños, siempre podéis establecer un campamento base en un lugar que os haga gracia y dar paseítos desde allí. Por ejemplo, desde el refugio de Rebost tenéis una excursión fantástica hacia Gréixer, donde hay otro hayedo espectacular que os dejará boquiabiertos con sus colores. Desde el mismo Rebost os podéis acercar a hacer la Ruta del Piquituerto, una vuelta corta (de una horita y media) y muy fácil –apta, incluso, para discapacitados– que discurre por el hábitat de esta ave i en cuyo recorrido iréis encontrando paneles del Parque Natural que os descubrirán todos los secretos del piquituerto. Y también pasaréis por el Mirador dels Orris, con vistas espectaculares y un área recreativa al lado. Un poco más arriba por la carretera de Coll de Pal podéis completar el día con la Ruta de la Marmota. Si sois madrugadores, podréis ver –y oír– a estos confiados mamíferos, que suelen observar con curiosidad a los senderistas desde encima de una roca. Eso sí, tendréis que espabilaros, porque pronto se irán todas a dormir y, hasta la primavera, ¡nada de nada!
Puestos a observar mamíferos, hay una actividad obligada en otoño: ir a ver la berrea del ciervo. Un guía experto os llevará de forma segura a ver el ritual de apareamiento de este imponente animal y, además de gozar de mágicos paisajes, asistiréis a un espectáculo de la naturaleza. La berrea del ciervo es algo que hay que ver, al menos, una vez en la vida, y es perfectamente combinable con el senderismo u otras actividades de montaña. Eso sí, recordad que los ciervos en celo pueden ser peligrosos, ¡no vayáis por vuestra cuenta! Para algo hay guías especializados en descubriros este acontecimiento con total seguridad, no seáis irresponsables, anda…
Ideas no nos faltan, y hay opciones para todos los gustos y requerimientos. El otoño catalán nos ofrece magníficos paisajes y un clima mucho más agradecido para hacer senderismo que los 36ºC de agosto. Vale la pena aprovecharlo, ¿no os parece?
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