A todos nos gusta embarcarnos en una escapada a la naturaleza y hacer actividades al aire libre. Y más ahora, que la pandemia nos ha motivado a buscar destinaciones en espacios abiertos y no masificados. No obstante, no hace falta ser un genio para ver que, si no viajamos de forma responsable, estos entornos de ensueño en los que escapar de todo nos van a durar cuatro días. Y aquí es donde entran los conceptos de ecoturismo y ecoviaje, modelos de turismo respetuosos con la naturaleza, la cultura y la población local que pretenden promover la conservación y el respeto al territorio y a sus gentes.
Qué es el ecoturismo y en qué consiste un ecoviaje
Definición y principios del ecoturismo
Como suele pasar con estos términos de uso internacional, cada diccionario y cada organización dice lo que se le antoja. Hay tropecientas definiciones de ecoturismo y, al final, todas coinciden en que –quién lo iba a decir– la cosa va de hacer turismo respetando el entorno. Sin embargo, como dirían los ingleses, el diablo está en los detalles. Si tengo que escoger una definición, me quedaré con la de la GEN (Global Ecotourism Network), que dice que el ecoturismo es “turismo responsable a zonas naturales que conserva el entorno, mantiene el bienestar de la población local y crea conocimiento y comprensión mediante la interpretación y la educación entre todos los implicados (visitantes, personal del sector y visitados)”.
Esta definición queda perfilada con una serie de principios, directrices y criterios (para las certificaciones en ecoturismo). Los principios básicos del ecoturismo, que deberían adoptar todos aquellos que practiquen, implementen o comercialicen actividades de ecoturismo, son:
- Minimizar los impactos físicos, sociales, conductuales y psicológicos sobre la fauna y la flora.
- Generar consciencia y respecto por el ambiente y la cultura.
- Proporcionar experiencias positivas tanto para los visitantes como para los receptores.
- Proporcionar beneficios económicos directos para la conservación.
- Generar beneficios económicos tanto para la población local como para la empresa privada.
- Ofrecer experiencias interpretativas memorables a los visitantes, que ayuden a sensibilizarlos respecto al clima político, ambiental y social de las zonas receptoras.
- Diseñar, construir y utilizar instalaciones de bajo impacto.
- Reconocer los derechos y las creencias espirituales de los indígenas de la comunidad y trabajar en colaboración con ellos para generar empoderamiento.
Lógicamente, para poder cumplir estas promesas, el ecoturismo tiene que ser a pequeña escala. No puedes pretender embutir a medio millón de personas en un pueblecito de un Parque Natural y que el entorno no salga perjudicado, ¿no?
Y entonces, un ecoviaje, ¿qué es?
Pues, básicamente, es un viaje que se diseña, se comercializa y se lleva a cabo dentro del marco del ecoturismo y acogiéndose a los principios que acabamos de mencionar. Podríamos definir ecoviaje como un “viaje a un área natural para conocerla, interpretarla, disfrutarla y recorrerla, al tiempo que se aprecia y se contribuye de forma práctica a su conservación, sin generar impactos sobre el medio y repercutiendo positivamente en la población local” (Declaración de Ecoturismo de Daimiel, 2016).
Un ecoviaje puede tener muchos formatos distintos, y también existen actividades de ecoturismo que se comercializan por separado del viaje. La clave está en que los principales atractivos de la destinación sean el patrimonio natural y cultural, en que el viaje sea ambiental y socialmente responsable, y en el componente educativo. Viajas para conocer, aprender y entender un territorio en toda su dimensión: des de su entorno natural hasta su cultura y sociedad. Y del conocimiento y la comprensión nacen el amor y el respeto y, por extensión, el deseo de protección.
Si hago turismo rural, ¿estoy haciendo un ecoviaje?
No necesariamente. El turisme rural ideal,como os explicábamos en otra ocasión, es ecoturista o está muy cerca de ello, porque suelen ser proyectos que nacen del amor a la tierra y, por lo tanto, se implican en cuidarla. Pero turismo rural i turismo activo no siempre son sinónimos de ecoviaje.
Es innegable, sin embargo, que existe una gran conexión entre ambos conceptos. La mayor parte de los espacios naturales propicios para desarrollar actividades de ecoturismo se encuentran en zonas rurales, con lo que suelen solaparse en gran parte. También, muchos alojamientos colaboran con empresas de ecoturismo para ofrecer actividades a sus clientes, y muchos ecoviajes se diseñan pasando las noches en alojamientos rurales. Pero no todos lo alojamientos rurales siguen prácticas sostenibles ni tienen entre sus prioridades la conservación del medio natural o el beneficio de la población local. Además, no todos los turistas rurales priorizan la elección de la destinación como un lugar en el que disfrutar responsablemente de la naturaleza, algo imprescindible para calificar como ecoturista.
No nos confundamos, pues. Turismo rural, sí, siempre, pero hay que ser críticos a la hora de escoger donde te alojas y qué haces durante tu estancia.
¿Por qué es clave el ecoturismo?
El turismo tiene muchos impactos negativos, tanto sobre el medio natural como sobre la población local, incluso cuando es su actividad económica principal. A corto plazo puede generar puestos de trabajo y crecimiento económico, pero causa molestias y genera sensación de invasión, puede favorecer la pérdida de prácticas tradicionales, deriva en inflación y, al dañar la zona, acaba reduciendo su potencial turístico. Por no hablar de los impactos ambientales, claro está.
No podemos dejar que el turismo y el dinero que mueve se coman el patrimonio natural y cultural de las zonas receptoras. Es necesario que el turismo sea respetuoso, responsable y, sobre todo, sostenible. Sostenible en el sentido más literal y amplio de la palabra, en el sentido de sostenible en el tiempo. ¿Queremos poder seguir visitando pozas y bosques espectaculares y prados alpinos repletos de rebecos dentro de 10 años? ¿Queremos que nuestros hijos puedan maravillarse de la historia y las tradiciones de lugares que no conocen? Pues hay que cuidarlas, estas cosas.
Compra local, interésate por las tradiciones y la cultura de los sitios que visitas, muévete a pie, en bicicleta o en coche eléctrico, escoge alojamientos comprometidos con el medio ambiente, contrata actividades de educación ambiental para descubrir el patrimonio natural y aprender a valorarlo…
¡Pásate al ecoviaje!
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